Final de la fiesta
Todo termina para volver a empezar.
Pero hay cosas que no terminan ni empiezan.
Cuando ya ni siquiera espero que algo grandioso
ocurra en mi vida de un modo excepcional
llegan a mí como del fondo de mi propio vacío
imagenes precoses y voraces que ni siquiera
son excepcionales
salvo aquellas que me derriban para siempre.
El aire es menos frecuente en los pulmones del hada
cuyas mejillas son un incendio que uno quisiera hacer suave.
Mi corazón ya no resiste que lo arrojen a las llamas
o que lo revuelvan contra las púas milagrosas
o lo rellenen de picaduras de arañas todo el día
a veces se hace tan difícil comprender lo que esto significa:
seguir soportando cada momento hasta el final
como quien soporta una carga muy pesada
Ah y que no debe uno esperar nada ni de la muerte ni de la vida...